viernes, 19 de noviembre de 2010

"Acampada mortal" por Samuel López

Un día Carlos, Juan y Claudia fueron a pasear por el bosque. Era una mañana de domingo. Tras pasear durante tres horas seguidas decidieron hacer un alto, para reponer fuerzas. Tras una hora de descanso se pusieron en marcha. Al rato de reanudar la marcha se preguntaron: ¿Dónde estamos?
Juan dice- No lo sabemos, nos hemos perdido.
Carlos, mirando el mapa, dijo: -creo que estamos por esta zona.
Paralizados y un poco asustados se pusieron a andar hacia un pueblo que ponía en el mapa. Cuando llegaron, ya al anochecer, vieron que estaban en un pueblo abandonado. Muertos de miedo decidieron adentrarse en el pueblo. Ya de noche, sobre la diez, decidieron apartarse de pueblo para poder dormir un poco a gusto, una vez que acamparon y encendida la hoguera se percataron de que no tenían agua. Juan y Claudia decidieron entrar en el pueblo a por agua. Una vez dentro del pueblo decidieron dirigirse al bar del pueblo, cuando llegaron, abrieron la puerta y vieron que estaba todo derrumbado, se dirigieron hacia el ayuntamiento, Juan abrió la puerta y tan vieja que era la puerta se cayó. Claudia, un poco rezagada, al oír el fuerte golpe de la puerta, pegó un grito. Juan, preocupado, fue corriendo hacia Claudia. Viendo que en la planta baja no había nada subieron a la primera planta, por las escaleras de madera que estaban en muy mal estado. Carlos viendo que tardaban mucho se adentró en el pueblo, dirigiéndose al ayuntamiento. Cuando entró vio a Juan y Claudia, les pegó un grito diciéndoles que bajaran. Juan se asustó de tal manera que se cayó desde la primera planta y se mató. Carlos y Claudia aterrorizados se fueron corriendo hacia donde habían acampado.
Por la mañana, un cazador que vivía a seis kilómetros más abajo los encontró y los llevo de nuevo a sus casas.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

"Una familia desgraciada" por Jesús Gómez

Érase una vez una familia pobre que vivían una complicada situación al no tener ni para comer siquiera. Eran 5 en total de los cuales uno murió de hambre y enfermedades no conocidas. El padre era un pobre hombre que para ganar unos céntimos se ponía a hacer de gorrilla en los aparcamientos de los supermercados, los otros 2 hijos no iban al colegio porque no tenían dinero para poder ir. La madre salía por las mañanas en busca de comida. Iba a tiendas y robaba pan porque no podía pagarlo pero muchas veces la pillaban y tenía que salir corriendo. Los hijos, que eran gemelos, se ponían a pedir limosna en las puertas de las iglesias. El padre solía ir siempre en una bicicleta vieja que un día se encontró en un contenedor y se la quedó para él. La madre harta de tener que robar para alimentar a sus hijos echó a llorar en un banco de un parque y una anciana que pasaba por allí se paró y se sentó con ella a preguntarle que le pasaba, cuando la mujer le contó lo que pasaba en su familia la anciana le dio algo de dinero y un par de barras de pan y la mujer emocionada le dio un abrazo a la anciana.
Un día estaba el padre trabajando y en vez de darle una propina un hombre le dio un cupón de lotería. El hombre, ante tal sorpresa, esperó al día del sorteo. Se fue a un bar a verlo porque no tenían tele. Cuando el hombre vio que sus números  eran los que salían en la tele empezó a gritar porque vio que su pobre vida y la de su familia iban a cambiar para siempre. Cuando la mujer y los hijos se enteraron empezaron a gritar todos y todo cambió. Se compraron una casa; el padre, un coche; la madre, otro; a los gemelos, una moto a cada uno y empezaron a ser lo que nunca habían sido una familia rica y feliz.
Cuando el padre se fue a estrenar su nuevo y flamante Ferrari, se fue sin el cinturón, iba a 240 km/hora le sonó el móvil y al coger el teléfono perdió el control del coche y se cayó del puente por el que pasaba en ese momento y cuando el coche cayó al suelo reventado, explotó y quedó hecho cenizas: el padre había muerto. La mujer y los hijos al enterarse de la noticia echaron a llorar y entraron todos en depresión; nadie se esperaba esa trágica noticia y en el entierro la madre perdió el conocimiento y la tuvieron que ingresar en el hospital. A las 2 semanas la madre salió del hospital en silla de ruedas al partirse la espalda el día que se desmayó. Una noche viendo una película sonó la puerta y cuando uno de los hijos abrió la puerta no había nadie allí y volvió a cerrar la puerta. Al rato sonó el teléfono y cuando contestó una voz tenebrosa les dijo que iban a morir todos esa noche. Todos asustados llamaron a la policía y le contaron lo sucedido; lo registraron todo y no encontraron a nadie ni nada raro y la policía se fue.  A la mañana siguiente la casa apareció quemada con la madre quemada en la silla de ruedas, uno de los hijos decapitado y otro de los hijos atado a la cama quemado entero también.
Esa misma mañana un vecino alertó a la policía de que la casa estaba quemada y fueron a la casa. Llego la policía a la casa y buscaron pruebas de cómo había podido suceder eso y quien podría ser pero no encontraron nada y dieron por cerrada la investigación. Se hablaba por el pueblo que por las noches en los restos de la casa se escuchaban gritos de los espíritus de los  hijos de cuando se estaban quemando. Ese fue el triste final de una familia pobre que cuando se convirtió en rica, por una serie de desgracias acabaron todos muertos.
FIN

miércoles, 10 de noviembre de 2010

"El novio invisible", por Antonio Fernández

Isabel y su marido Isaac iban a visitar a Sara, hermana gemela de Isabel, que por una enfermedad degenerativa que padecían las dos, había perdido la visión. Al llegar vieron que no había nadie, tocaron e intentaron forzar la cerradura pero no consiguieron entrar. Cansados y asustados llamaron a la policía, abrió la casa, entraron y descubrieron a Sara ahorcada en el sótano, sin indicio de violencia.  Según el inspector Sara se había suicidado por su enfermedad ya que le habían trasplantado unos ojos y el trasplante no funcionó.
Isabel Pensaba que su hermana no era capaz de suicidarse porque era muy feliz…
En el entierro solamente estaban presentes Isabel, Isaac y Carlos, el hijo del vecino de Sara. Isabel sintió que su hermana no era tan feliz ya que no tenía amigos y quería saber algo más sobre la vida de su hermana gemela, que ella pensaba que conocía. Dispuesta a descubrir algo más, se dirigió a hablar con el inspector del caso de su hermana.

-Bueno días, inspector-dijo Isabel en tono tranquilo.
-Hola, ¿Qué te trae por aquí?-preguntó el inspector.
-Quiero saber todo lo que usted sabe acerca de mi hermana-respondió Isabel.
-Su hermana apenas se relacionaba con alguien, solamente se conoce que tenia amistad con una anciana de su vecindario.
-Muchas gracias, iré a ver que sabia sobre mi hermana.

Se dirigió hacia la anciana que le contó que Sara tenia un novio, Isabel intentó que le dijera como podía saber algo sobre el novio de su hermana y la anciana solo le pudo decir que Sara le contaba que iban de vez en cuando a un Hotel a las afueras del pueblo.

Llegó a casa muy cansada y cada vez mas convencida de que algo extraño rodeaba la muerte de su hermana.

-¡Quiero pasar un fin de semana juntos en un hotel de las afueras!-exclamó Isabel.
-¿Estas segura? ¿Después de todo lo que ha pasado?-preguntó Isaac.
-¡Si! Muy segura-contestó Isabel.

Al llegar al hotel Isabel preguntó al personal si habían visto a una chica igual que ella y casi todos la recordaban pero al preguntar sobre el acompañante nadie se acordaba de él, solo que la acompañaba. Isabel pensó que era como invisible porque nadie sabía nada de él, ni su cara, nada.
Al caer la noche en el hotel Isabel intentó comentarle todo lo que estaba ocurriendo, le dijo que quería descubrir toda la verdad de una buena vez pero Isaac le dijo que dejara de buscar y de pensar en cosas que no existían.
A la mañana siguiente debían de volver a casa, recogieron todas sus pertenencias y él lo metió todo en el maletero del coche. Isabel notó muy cansado a Isaac y le dijo que ella misma conduciría hasta su casa.
Ella cogió el coche y cuando quedaban como unos diez minutos para llegar en un cruce a Isabel se le empezó a nublar la vista hasta que la perdió por un instante y al abrir los ojos se encontraba en una camilla en el hospital.

Isaac había muerto y ella perdería toda la visión por completo en unas horas.
Por suerte para Isabel llegó un donante y su operación fue un éxito pero debería estar con unas vendas tapándole los ojos un mes, por lo tanto no podría salir del hospital.
Pero Isabel no quería estas mas en el hospital después de todo lo que había ocurrido, quería estar en su casa de una vez.
Entonces el hospital la mandó a su casa con un cuidador para que este con ella durante un mes.
Durante ese mes Iván enseño la enseño a moverse por toda la casa sin poder ver…
Con el paso de las semanas Isabel sin poder ver la cara de Iván empezaron a surgir sentimientos hacia él.

Faltaban solo 4 días para quitarle las vendas y poder ver…
Iván la acostó y ella pensó que gracias a Iván había vuelto a ser feliz y a confiar en alguien sin poder verle la cara, solo con su voz y el tacto había podido sentir el amor por un extraño que no sabia ni el color de su pelo.
 Cuando de repente empezó a escuchar unos ruidos, como si alguien estuviese dando vueltas por su casa.
Asustada llamó a Iván, le dijo que alguien estaba dentro de su casa  y él le dijo que intentara salir y se quedara en su puerta que él iría a por ella.

Isabel salió asustada hasta que consiguió llegar a su puerta y se sentó a esperar a Iván.
Cuando de repente apareció Carlos, el hijo del vecino.
-¿Qué estas haciendo aquí?-preguntó Carlos.
-Esperando a mi cuidador, por favor llama a la policía, hay alguien dentro de mi casa  y estoy muy asustada-le contestó Isabel.
-¿Tu cuidador?- Preguntó asustado Carlos. Esta ocurriendo lo mismo que pasó con Sara. ¡Vente conmigo a mi casa! No le hagas caso a tu cuidador yo se lo que paso con tu hermana.
Isabel asustada no podía confiar en nadie, ella solo confiaba en Iván y Carlos le estaba metiendo cosas raras en la cabeza. No le hizo caso a Carlos y siguió esperando.
Llegó Iván y metió en su coche a Isabel, la llevó hasta su casa, él se fue y cerró todas las puertas con Isabel dentro para que no le pasara nada.
Cuando estaba ella sola apareció Carlos por la ventana.

-Por favor Isabel hazme caso, necesito que te quites la venda para que veas y te puedas venir conmigo-dijo Carlos.
-Carlos ¡Vete de aquí!-exclamó Isabel.
De repente se escuchó la puerta. Iván había llegado.
-Isabel, inventa alguna escusa y métete en el aseo que iré para escaparnos-le dijo Carlos y corrió para esconderse.

Isabel asustada no sabia a quien hacer caso y se dejo llevar por la situación…
-¿Me puedes llevar al  aseo?-Preguntó Isabel.
-Claro, ven-contestó Iván cogiendo su mano.
-¡Te esperare aquí, en la puerta!-exclamó Iván.
Isabel entró en el aseo y se sentó pensando en cómo entraría Carlos al aseo si Iván estaba en la puerta.
Cuando de repente escucho un ruido muy brusco y seco.
-¿Qué pasa? Iván- Pregunto en tono asustado Isabel.
-Nada, que se ha caído una cosa ahora vuelvo, cerraré la puerta- contestó Iván.

Isabel muy asustada tenia que salir pero no sabia como llegar hasta la puerta, entonces, intentó quitarse la venda.
Cuando se quito la venda podía ver muy poco hasta que se levantó y se miró al espejo y miró sus nuevos ojos, que eran del color de Isaac y tenían la misma mirada.
Entonces abrió la puerta y al salir vio la casa muy destrozada, siguió mas adelante y vio a Carlos con un cuchillo en el pecho.
Asustada cayó al suelo llorando tapándose la mirada.
Cuando llegó Iván la vio tirada.
-¿Qué haces ahí?, ¿Te has quitado las vendas?, ¿Ves?-Preguntó Iván con la cara llena de sangre.
-No, no veo nada, la operación no ha funcionado, ¡Llévame al hospital!-exclamó entre llantos.

Isabel estaba viendo que Iván llevaba un cuchillo llevo de sangre en la mano, que acababa de sacar del pecho de Carlos.
Ella sabia que la única forma de salir de ahí que él siguiera pensando que estaba ciega y que no había visto nada de lo que había pasado.

Iván levantó a Isabel y la llevo hasta la cama cuando de repente le dijo.
-Tienes que comer algo, te traeré una sopa a la cama-le dijo Iván y fue hacia la cocina.
Cuando llegó traía un plato lleno de sangre.
-¡Toma una cucharadita de esto!-exclamó Iván
Isabel cogió  la cuchara llena de sangre y cuando le estaba llegando a la boca salió corriendo pero Iván la alcanzó…
-¡Mentirosa!-exclamó Iván enfadado.
-¡déjame! Por favor-dijo Isabel asustada.
-¿Tienes miedo?-Preguntó con cara de sicópata. –Sentir miedo es parecer invisible, que nadie te haga caso y estés solo-
-¡Tú mataste a mi hermana!-exclamó Isabel.
-Yo quería a Sara pero todo salio mal, ella prefería ver, con lo bonita que era nuestra vida.
-¡Estas loco!-exclamo Isabel.
-¿Te acuerdas cuando no me veías? Para ti si existía, no era invisible y éramos felices.

Isabel salió corriendo y él detrás  de ella, tras varios intentos Isabel ya no podía más cuando él le pego en la espalda tal golpe que  ella  quedo inconsciente.

Horas más tarde Isabel recuperó el conocimiento…
-Iván, ¿Por qué no veo?, ¿Dónde estamos?- Preguntó asustada Isabel.
-Estamos en nuestra nueva casa, donde viviremos nuestra nueva vida.

FIN

martes, 9 de noviembre de 2010

"La sombra" por Rubén Sánchez

Estaba en un orfanato abandonado, con unos amigos. Estaba todo casi derrumbado, también había un patio gigante en el medio lleno de árboles tenebrosos. Cuando entramos, empezamos a inspeccionar todas las habitaciones de las cuatro plantas que había.
Estaba todo destrozado había muchos cristales por el suelo y los techos estaban que se caían.
Era de noche, sólo se escuchaban los crujidos de las maderas y el húmedo y frío aire. Estábamos en la primera planta cuando vimos una sombra muy rara y grande, la vimos como si subiera a la segunda planta, subimos corriendo aunque con cuidado porque era muy peligroso con todos los cristales que había. En la pared ponía como con sangre “¿seguro que queréis continuar?”. Cuando vimos eso estuvimos debatiendo si subir o no, al final quedamos en que la mitad se quedaba abajo vigilando y la otra mitad subiría.
A mí me toco subir, empezamos a recorrer la segunda planta. De repente vimos otra sombra pasar subiendo a la tercera planta, nos quedamos todos paralizados y llenos de miedo.
Cuando reaccionemos fuimos corriendo a la primera planta para avisar a los demás que subieran, pero no había nadie, pensamos que se habían ido a otro lado y no le dimos importancia.
Nos dimos la vuelta y subimos de nuevo a la segunda planta. Nos dirigimos rápidamente a las escaleras para subir a la tercera planta.
En las escaleras ponía: “no deberíais haberlo hecho”. Esta vez subimos todos. Vimos de nuevo aquella misteriosa sombra, pero ya no le dimos mucha importancia, y nos recorrimos la tercera planta. En esta planta estaba todo peor que en las otras, estaba todo como manchado de sangre.
Cuando terminamos de recorrer toda la planta, fuimos a las escaleras de la cuarta planta y ponía “¡sorpresa!”. Subimos y nada mas subir, vimos a la otra mitad del grupo ahorcados. Salimos corriendo menos yo que algo me cogió y me quede allí. Ahora soy yo aquella sombra que espera ansiosa alguien para que ocupe su lugar, yo estoy esperando todavía a la siguiente victima.

"Un conflicto interior" por Antonio Belmonte


Como si de otra dimensión se tratase, allí estaba yo en aquel lugar cara a cara con él. Cuanto más lo miraba, más crecía en mí la rabia y el odio que le tenía. Casi llegaba a consumirme, sentía la necesidad de deshacerme de él, no quería volver a verle, a oírle, a recordarle y la imposibilidad de conseguirlo me frustraba muchísimo. Todo eso llegó a formar una espiral tan grande de odio y tan comprimida, que estaba a punto de estallar... y en ese momento me sonrió, con esa sonrisa de superioridad y confianza que tanto me sobresaltaba, aunque a la vez envidiaba. Él sabía perfectamente lo que yo pensaba, pero no se esperaba lo que le venia encima, ni siquiera yo lo sabia, pero se me nubló el juicio. Aunque no siempre fue así nuestra relación. Al principio, hace ya mucho tiempo teníamos muy buenas migas. Él me ayudó a desenvolverme en el mundo, en las calles, a vivir de otra manera o mejor dicho a vivir. Pero ahora me doy cuenta de mi engaño, no veía como era él en realidad, simplemente nos dedicábamos a buscar la felicidad en lo prohibido. Esa euforia que siente un niño cuando toca un timbre por la noche y echa a correr era lo que falsamente llenaba mi vida, sólo que nosotros ya no éramos niños ni tocábamos timbres.
Un día, entramos en una tienda a comprar algo de comer y cerveza, el dependiente parecía una persona desgastada por su oficio y un tanto distraído. Cuando ya lo teníamos todo, él se dirigió al mostrador, el dependiente pido 5€ por la compra y cuando fue a pagar saco un arma; el hombre, con la mirada en el suelo, le ofreció la bolsa a cambio de que se largara, entonces apareció un niño detrás nuestra llorando aunque con una lágrima contenida. Yo temí por lo que fuera a pasar, entonces él sonrió al niño con esa sonrisa suya y le apuntó con el arma. Miré al dependiente y caray, nunca había visto un rostro tan entristecido, tan caído, al mirarle casi pude saber cómo se sentía, entonces extendí el brazo y le bajé la mano, la cual ya tenía el dedo en el gatillo, y echamos a correr. Apenas corrimos unos metros cuando un policía me agarró e inmovilizó inmediatamente, él había huido. En el interrogatorio dije que entré a la tienda después de él y le impedía que matase al niño. La policía no me creyó, pero ante la falta de pruebas tuvieron que soltarme.
En aquel momento empecé a abrir los ojos, me di cuenta del tipo de persona que era él. Era un ser despreciable, una persona a la que todo el mundo odiaba; pero permanecía con él. Era la peor de las personas. En ese mismo momento comenzó a generarse aquella espiral, aunque por desgracia también aprendí a vivir con ella. Él seguía maltratando a la gente e incluso matando a personas por el simple hecho de sentirse vivo, hasta que decidí pararle los pies y allí estábamos él y yo cara a cara. Él conocía mis intenciones pero no sabía hasta dónde era capaz de llegar, yo sólo quería perderlo para siempre de mi vista y borrarlo de mi vida así que le dije:
-  Has llegado muy lejos, esto se tiene que acabar.
-  (Él sonrió) ¿Ahora intentas detenerme después de todo lo que he hecho por ti?
-  Eso ya da igual, tienes que parar.
- ¿Todavía no te has dado cuenta verdad?
- ¿Darme cuenta?¿De qué?
-  Parece mentira que después de tanto tiempo no lo sepas. ¿sabes? Creí que eras más espabilado...Pues que tú y yo somos la misma persona, sólo soy producto de tu imaginación.

Y entonces fue cuando lo maté.

"Un día en el pueblo" por Javier Molina


En un día de verano la pareja Juan y Sara pasaban un día tranquilo en su casa cuando a Juan se le ocurre ir a su pueblo, un pueblecito a las afueras de Madrid, antiguo y rústico, donde vivían los padres de Juan.


·        Sara dice: podemos ir de excursión y así les hacemos una visita a tus padres.
·        Juan contesta: vale pero tenemos que hospedarnos en la casa de mi tío porque no habrá sitio en casa de mis padres.
·        Sara responde: vale habrá que llevar sábanas y colchas porque hará frío.
·        Juan: vale, hazte la maleta que yo iré montando las cosas en el coche.


Juan y Sara cogen sus cosas personales y emprenden el viaje. Vivian en Murcia. Les quedaban 250 Km. de viaje y 6 horas pero daba igual, estaban emocionados porque hacía por lo menos 4 años que no los veían.

Llegan a un restaurante de carretera para comer llamado "El serrano" donde se comía carne a la piedra muy exquisita y rica.
Terminan de comer, toman café y emprenden el viaje.

Llegando a Toledo para desviarse a la carretera que correspondía, se encuentran un autostopista que casualmente iba al mismo sitio que ellos, así que deciden recogerlo para llevarlo.

 Mientras Juan conducía, Sara y el vagabundo abrieron una conversación sobre la crisis provocada por Zapatero y que habría que expulsarlo para que España se levantara otra vez.

Llegando a Madrid capital se dan cuenta que no tenían una cámara para echar fotos, paran en una tienda donde el dependiente era un poco arisco y les dijo que si no consumían  algo tendría que irse y Juan no quería irse porque quería descansar un poco antes de partir pero el dependiente encabezonado los quería echar. Sara al ver que no paraban y estaban a punto de llegar a las manos se interpuso entre ellos y los paró diciendo:

·  Parad y venga Juan vámonos, que hemos dejado al vagabundo solo en el coche.

Cuando Juan y Sara llegaron al coche se encontraron que el vagabundo estaba agachado y moviéndose raramente y Juan le pregunta que qué hacia y le vio que se metía una bolsita pequeña en el bolsillo de la chaqueta y le preguntó que qué era eso, contesto: es azúcar.

Juan y Sara mosqueados vuelven al viaje con el vagabundo y entonces Sara le pregunta que qué era lo que tenía y entonces el vagabundo le contesta que era heroína. Sara cabreada le dice a Juan que parase para echarlo del coche porque no le gustaban los drogadictos.

Prosiguen con el viaje y llegan al pueblo de su padre por la tarde y descubren que sus padres no estaban y un vecino les dijo que habían salido y volverían pronto, pero Juan tenía una llaves de la casa y pudieron entrar. Sara ya por la noche dijo de hacer la cena y Juan mosqueado dijo que estaba preocupado por sus padres y Sara contestó que no se preocupara que estarían en casa de su hermana y no volverían hasta mañana lo mas probable.

Después de cenar recogieron la mesa y se pusieron a ver la tele cuando de repente escuchan un enorme ruido procedente del patio. Juan asustado se acerca a la puerta que estaba por detrás en la cocina y se encuentra que estaba abierta y dando portazos. Juan aliviado le dice a Sara que no se preocupara que era la puerta.

Cuando se escucha otro golpe más fuerte que el de antes en el piso desde arriba y Juan asustado dijo a Sara que llamara a la policía y se encuentra que la línea está cortada  y Juan decide subir mientras Sara iba al desván para coger un palo o algo para protegerse.

A los 5 minutos Sara sube y no escucha nada y llama a Juan a gritos asustada y no contestaba. Se dispone a subir y entra en la habitación de los padres y ve a Juan decapitado y colgado de una cuerda de la lámpara moviéndose lentamente hacia los lados mientras Sara atónica lo miraba llorando y gritando; se derrumba y se queda en los pie de la cama mirando al suelo. Cuando se levanta para ir a la puerta para llamar a alguien que le ayudara, se encuentra con una sombra en las escaleras mirándola fijamente y sonriendo; de repente  se lanza sobre ella y observó cuando la arrastró hacia el baño que el asesino era el autostopista que dejaron.

Sara suplicaba por su vida diciéndole que la dejara que no iba a ir a la policía ni nada por el estilo y el contestó que era muy tarde para arrepentirse, cuando de repente llaman a la puerta; era la policía que había escuchado ruidos y golpes y se acercó; al ver que la puerta estaba abierta decidió entrar. Al encontrarse con Juan muerto, pide refuerzos, cuando por detrás, el asesino le clavó un destornillador en la cabeza. Desplomado el policía, muerto, el asesino se dispuso a comérselo. Sara se escapó de su trampa y cogió un cuchillo recogido de la cocina y se lo clavó en la espalda; el asesino se levantó para atacarla otra vez pero ya había perdido mucha sangre y se desplomó muerto.

Sara salió corriendo al cuartel de la policía y le contó lo que había pasado y la tranquilizaron.

Al día siguiente  regresaron los padres de él y cuando se encontraron lo que había ocurrido decidieron quemar la casa e irse a vivir a otro lado con Sara, traumatizada y con cara descompuesta.

viernes, 5 de noviembre de 2010

halloween 2010

Empezamos la andadura de este blog con la publicación de los trabajos que el grupo de segundo hizo para Halloween. Se trata de una serie de cuentos de terror, de final siempre sorprendente, y en los que han puesto toda su voluntad. Espero que os gusten tanto como a mí.